FOXCATCHER
Dirección: Bennet Miller
Reparto: Chaning Tatum, Steve Carrel, Mark
Ruffalo, Sienna Miller, Vanessa Redgrave, Anthony Michael Hall, Guy Boyd, Brett
Rice.
Benett Miller ataca de nuevo en
su incansable cruzada por retratar el duro mundo del deporte profesional y ya
de paso ganar el Oscar. ¿Como lo hace? A base de películas aburridas, con
personajes introvertidos, con mucho
metraje innecesario y en definitiva, la típica película que intenta ir de
interesante, que en realidad está construida sobre 2 o 3 ideas simples y
manidas, pero que con la técnica de "abulto", del silencio monacal y
de el filtro instagramero grisaceo engaña de vez en cuando a alguno.
Aquí tenemos de nuevo al actor de
moda Channing Tatum, uno de los muchos actores que gracias a la era internet ha
conseguido una respuesta en la red mayor a la que su talento debería
concederle. Otros ejemplos son Benedict Cumberbatch o Tom Hiddelston. Ese tipo
de actor con mucha actividad de su cuenta de instagram que mueve más por su
afabilidad y relación con sus fans que por su verdadero talento. En esta ocasión,
interpreta a una gran masa de músculos, que es precisamente lo que es, que se
enfurruña y pone cara de estar oliendo mierda a lo largo de toda la película.
Junto a él, Steve Carrel, que
sorprende al salir de su registro habitual de comedia. Aunque tampoco podemos
decir que su actuación en el drama sea muy sobresaliente, sino más bien tirando
a normalita. Bien es cierto que el papel que le ha sido asignado tampoco le da
mucho pié a realizar grandes actuaciones, porque como veremos más tarde el
principal problema de esta película no es lo que muestra, sino como lo muestra.
Mark Ruffalo se salva, su papel le permite licencias y cumple como es debido.
Pero vamos con lo que de verdad
importa. ¿De qué va "Foxcatcher"? Pues básicamente de un excéntrico
millonario con problemas maternales que decide financiar y acoger en su propia
finca al equipo de lucha olímpica con la intención de ayudarles a ganar las próximas
olimpiadas en plena guerra fría. Vemos mucho contraste de historias y de
sentimientos encontrados. Por un lado el entrenamiento, el trabajo duro, la
perspectiva de superarse a sí mismo. Los miedos, la necesidad de ser parte de
algo, de sentirse querido e integrado, de tener un objetivo en la vida. La
envidia, los principios y el dolor que provoca la traición más sencilla e
inadvertida. Las bases de lo que podría haber sido un drama sobresaliente, que
se pierde y se diluye en casi dos horas y media de película lenta, aburrida, con
mucha escena suelta e inconexa. Con su
principal fuerza narrativa en la creencia, poco acertada, de que la intensidad
de una escena se acentúa con el silencio. Pues mire usted, a veces no.
Si bien el cine reciente nos ha
demostrado que jugar con el silencio es algo efectivo ("Drive"
Nicholas Winding Refn, "Gravity", Alfonso Cuarón) También nos debería
haber enseñado que abusar de él es peligroso. Al margen de que en el ámbito
musical y de sonido la película sea sobria, el conjunto de la narración debe
estar orquestado para que el espectador no pierda la atención sobre la
pantalla. Y esto es algo que "Foxcatcher", en su pobre intento de
darse aires de trascendental, no ha conseguido para nada. Si la van a ver, les
propongo el siguiente ejercicio, cuenten la cantidad de veces que se presenta
un plano general del edificio donde entrenan diariamente los protagonistas, o
la cantidad de veces que se hace un plano detalle de un adorno de la pared, o
los segundos que tarda Steve Carrel en responder cada vez que le preguntan
algo, aunque sea la pregunta más sencilla del universo.
No ,en serio, si van a ver la
película no hagan lo que les he dicho, que al cine se va a disfrutar y no a
hacer de ábaco. Les daré la respuesta: muchas, demasiadas. Planos lentos,
inexpresivos, repetitivos, todo embadurnado en ese absurdo tono grisaceo, como
si por ponerlo así fuese a dar más pena o fuese a ser más interesante. Semejante
a la elección de Alexander Payne de presentar su película "Nebraska"
en blanco y negro (Película muy recomendable por cierto). Se trata de minutos y
minutos de metraje vacío, que no busca ilustrar nada, o si lo buscaba, lo
consiguió con las primeras de las doscientas
veces que apareció en pantalla.
Como Cola-Cao diluido en una
excesiva cantidad de leche, la película acaba siendo insípida, sin gancho. La
historia, a priori interesante, acaba alargándose excesivamente y al final te
importa un carajo que les ocurra a los personajes. A pesar de que casi en el
desenlace se dé un pequeño giro (Que se esperaba durante toda la película) esta
no deja de dejar a uno frio y con ganas de salirse cada dos por tres a por más
palomitas. Miller no es mal director, y los actores no lo hacen mal, pero hay
que aprender a economizar el factor tiempo, a no meter tanta paja entre escena
y escena y en definitiva a hacer una película que implique más al espectador.
Pero claro, luego te sacan al musculitos rompiendo un espejo con su cabeza y a los
críticos de la academia se les caen las bragas tan rápido que la fricción les prende
los pelos de las piernas.
Nota: 4/10
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