SICARIO
Dirección:
Dennis Villeneuve
Reparto:
Emily Blunt, Josh Brolin, Benicio del Toro, Daniel Kaluya, Jon
Bernthal, Victor Garber, Jeffrey Donovan, Raoul Max Trujillo,
Maximiliano Hernández, Julio Cedillo, Bernardo P. Saracino.
Si
uno pierde cinco minutos de su vida en informarse mínimamente sobre
quien es Dennis Villeneuve, enseguida se da cuenta de que esta ante
uno de los grandes renovadores del thriller actual. Un director que
no pierde sus señas de estilo por mucho que se vaya metiendo en el
prostíbulo que es hollywood, y que sorprende en todas sus películas
con un tono y una crueldad que muchos directores rechazarían por
miedo a los resultados de taquilla. En
otras palabras, un visionario que ha conseguido construir su propio
estilo sin necesidad de excentricidades ni afanes de divo al
estilo Tarantino. Y el muy
cabroncete no hace película mala. No hay por donde pillarle.
Y
si por algo se define este
peculiar cabroncete canadiense es por redefinir tendencias, y por
conseguir con poco, grandes resultados. “Sicario” es una película
100% Villeneuve, de pocos personajes, escasa de pretensiones y
documentalmente exacta y creíble. Su acercamiento al conflicto de
los cárteles en la frontera entre México y Estados Unidos esta
desprovisto
de frenéticos tiroteos al estilo “Traffic”, de odas innecesarias
a la violencia al estilo “Salvajes”, y de tópicos mariachis al
estilo “Breaking Bad”. Villeneuve ataca a la médula, mostrando
los desastres humanos desde un punto de vista frio y despiadado.
Cuerpos mutilados colgando de las farolas de Ciudad Juarez,
explosiones al caer la noche visibles desde el otro lado de la
frontera. La idea de que el infierno existe en la tierra, y
solo una fina valla surcada por multitud de túneles nos separa de
el.
Un ocurrente guion de Taylor
Sheridan, y un excelente, digo más, brillante trabajo de fotografía
del indiscutible maestro Roger Deakins, sirven de complemento
excepcional al modo de Villeneuve de construir escenas de tensión.
Consigue crear situaciones asfixiantes haciendo uso de un estilo
sobrio, en el que reina el silencio y las atmósferas magnéticas.
Las secuencias que se encadenan a lo largo de la película, la casa
con muertos emparedados, el atasco de salida de Juárez, el
interrogatorio grupal en la parada de autobuses, la intrusión en el
túnel, la escena de la autopista con un brillante del Toro...Todas
ellas escenas excepcionales, complementadas con la minimalista,
efectiva y asfixiante banda sonora de Johan Johhansson, y quedan
unidas al servicio de un mensaje, que la frontera es tierra de lobos,
y los lobos la moran.
Villeneuve acierta de nuevo
con el reparto, poniendo al frente del filme a una inigualable Emily
Blunt, reina indiscutible del buen cine de acción, acompañada de
dos veteranos actores intachables como Josh Brolin y Benicio del
Toro, que parece que no se pierde una sola película que habla del
narcotráfico. Los personajes que interpretan manejan un guión
casual y profundo sin necesidad de reflexiones o filigranas verbales.
Se trata de personajes creíbles, que aportan a la película un valor
documental extra y que generan en es espectador una sensación de
peligro y constante sospecha. Villeneuve nos coge de la mano en una
habitación oscura, y no queda más remedio que confiar en que no nos
daremos de bruces contra una pared.
¿Pero
cual es el mensaje de “Sicario”? ¿Es un acercamiento casi
documental al narcotráfico? ¿O el drama personal de una mujer con
principios en una tierra machista
y hostil? Villeneuve
va más allá, e indaga en los métodos poco respetables que el brazo
de la ley pone en practica para pillar a los malos. Poniendo de
manifiesto una dolorosa verdad, y es que por muy civilizadas que
parezcan a priori, las potencias que tanto se empeñan en
diferenciarse de los países incivilizados trabajan de la misma
manera que sus enemigos: haciendo ruido, agitando la rama para ver si
caen frutos, cabreando, removiendo tierra. Que el muro que separa los
dos mundos es físico, pero no hay principios morales que lo
sostengan, que el muro es una mentira y tiene fisuras, y que es
precisamente ahí por donde salen a cazar los lobos.
Llegados
a este punto, es innegable declarar a los cuatro vientos una gran
verdad. Y es que Villeneuve se ha convertido en el gran maestro del
thriller de los últimos años. Un director que se ha abierto pasado
tímidamente entre los gigantes, eligiendo con pies de plomo sus
proyectos, nunca traicionando su estilo independiente que en su día
lo encumbro con su magnífica y magistral “Incendies”. Ese gran
ojo que más tarde le llevó a realizar las también sobresalientes
“Prisioneros” y “Enemy”. Villeneuve es el equivalente a
futuro, el futuro del cine. Cineastas que juegan en el filo de la
navaja entre el cine de autor y el cine comercial. Utilizando
un lenguaje no tan críptico como para espantar a los profanos, pero
tampoco simple y efectista. Villeneuve huye del consumo rápido y de
lo políticamente correcto, es de esos
verdaderos pioneros innovadores que
aportan novedades al lenguaje audiovisual. Esos pequeños cabroncetes
que son capaces de clavarte a la butaca con sus escenas de tensión
y a la vez hacerte reflexionar sobre
la buena mierda que te metes en vena.
Películas de visionado pesado, de poso intenso, y de un intensidad
eléctrica que taladra tu
cabeza inexorablemente.
Villeneuve es el futuro, y el
futuro es más brillante que nunca.
Nota:
10/10