TERMINATOR
GENESIS
Dirección:
Alan Taylor
Reparto:
Arnold Schwarzenegger, Emilia Clarke, Jason Clarke, Jai Courtney,
J.K. Simmons, Matt Smith.
Es
de todos bien sabido, que la diferencia cualitativa entre un buen
actor y uno mediocre no solo reside en la calidad de su actuación,
sino también en la intención del mismo de poder tocar varios
registros y no limitarse a uno dentro de su zona de confort. Esta
intención de experimentar, dota al actor de un abanico más amplio
de películas en las que poder trabajar y al final acaba salvándole
de un futuro aciago. Por eso no es de extrañar que a sus 68 años,
Arnold siga haciendo el mismo tipo de películas que hacia en los 70,
lo que le lleva inevitablemente a un desgaste físico y a la dura y
absoluta realidad de que la salud no es eterna y que lo que no se
puede mostrar con actores, se mostrara con efectos visuales.
“Terminator
Genesis” es una secuela cogida por pinzas, donde prácticamente
todo lo que vemos carece de sentido alguno, desde las actuaciones y
los diálogos de los personajes hasta la intrincada, ambigua e
indescifrable trama. Uno se imagina a los guionistas de la película
con el encargo de escribir una entrega más de la saga Terminator en
su habitación, mordiendo la punta de sus lápices y mirándose unos
entre otros diciendo “Ya está todo escrito, no hay más”. Y el
típico dirigente mandamás apareciendo por la sala y soltando algo
del estilo “Me importa tres cojones que no tenga sentido,
inventaros alguna mierda” Y de ese modo uno se planta en la sala,
intenta comprender algo de lo que le están contando y se encuentra
con Arnold soltándole un monologo sobre viajes en el tiempo,
fracturas cuánticas y realidades paralelas. Un fregao muy poco
apetecible, carente de sentido y el mínimo rigor científico y del
que el espectador acabará pasando y diciendo, bueno oye, por lo
menos habrá tiros porque no entiendo nada de lo que me están
contando.
Aunque
lo verdaderamente criminal de la película es su planteamiento. Al
margen de los viajes en el tiempo, los monosílabos de Arnold y todas
esas míticas frases (Sayonara Baby, Volveré), la esencia de la saga
Terminator siempre había sido una, las situaciones en las que el
robot venido del futuro se encontraba con personas del mundo real,
una escenas que rozaban por igual los términos de escalofriante e
hilarante. Así podíamos ver a un sueco de 2 metros y 150 kilos
entra en un bar de carretera de la América profunda, o dar una
paliza a unos punks en un mirador de L.A. En “Terminator Genesis”
se pierde completamente esa interacción con los personajes reales,
además de que lo que en anteriores entregas era una persecución en
la que realmente lo pasabas mal por los protagonistas, ahora se
reduce a una pelea mastodóntica con demasiados efectos especiales.
Y de
este modo llegamos a la pregunta troncal de esta cuestión: ¿Que les
parecerá “Terminator Genesis” a los fans de la saga Terminator?
Si hacemos un repaso rápido por las anteriores entregas nos damos
cuenta que las carencias que se le achacan a la nueva entrega vienen
de mucho antes. Esa perdida de la esencia ochentera que ya vimos en
“Terminator Salvation” y ese desgaste de la idea que ya vimos en
“Terminator 3” y en mayor medida en “Las crónicas de Sarah
Connor”. Puede que esta nueva entrega guste a los fans dados sus
continuos guiños y porque nunca está de más ver a las viejas
glorias desempolvarse los zapatos y repartir un par de leches. Pero
algo está muy claro, y es que “Terminator Genesis” es una
película insultantemente mala, En idea, ejecución y resultado.
¿Podemos
culpar a Arnie de tal batacazo? Por supuesto que no, en medio de esta
brutal industria del remake y las segundas, terceras y cuartas partes
divididas en dos entregas, la saga Terminator resulta el menor de los
males. Pero como no, una vez más nos hace reflexionar sobre donde
esta la fina linea que separa en una producción el ámbito artístico
del ámbito estrictamente comercial. Y que nos viene a decir en
definitiva, que algunos caballos de carreras ya han corrido demasiado
y deberían tomarse un descanso para no acabar rendidos en el
terreno de juego. Que muchas veces merece la pena dejar al caballo
en paz, dejando de ganar algunos dolares, con tal de no verle
humillado, abucheado y sin decencia, a los pies de una marea de gente
que lo critica sin piedad por no ser el de antes.
Nota:
2/10
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