4
FANTÁSTICOS
Dirección:
Josh Trank
Reparto:
Milles Tellers, Kate Mara, Jamie Bell, Michael B. Jordan, Toby
Kebell, Reg E. Cathey, Tim Blake Nelson.
Cuando
uno sale del cine después de ver “4 Fantásticos”, comprende
perfectamente el porqué de su sonada controversia en las redes
sociales y los rumores de encontronazo entre Josh Trank y esa especie
de liga del mal con una particular fijación en destruir patrimonio
de la cultura “Nerd” que es la directiva de Marvel. Uno puede
pararse a pensar detenidamente en lo que ha visto, diseccionar las
tripas del organismo y entonces poder decir que se ha llevado una
clase magistral sobre como NO se debe hacer una película. Porque ya
saben que para poder apreciar lo bueno, no viene mal de vez en cuanto
agarrarse a la purificación de los pecados monacales látigo en mano
y meterse entre pecho y espalda un bodrio de dimensiones
“marvelianas”,
Al
parecer la directiva de Marvel ha llegado a la conclusión de que
aguantar más de 2 horas en una sala de cine es una especie de
esfuerzo sobrehumano solo reservado para seres avanzados de
inteligencia cuatri-dimensional. Razón por la cual, ya es canon en
la factoría de ficción, poner en práctica la sagrada técnica del
tijeretazo limpio y si lo que queda no tiene sentido te jodes como
dijo Herodes. Razón por la cual uno sale de la sala de cine y se
dice para si mismo, juraría que en el trailer salían escenas que no
he visto, hay que joderse. Algo está claro, y es que el cine
comercial está girando hacia un modelo de película para niños
especiales, con serios problemas para mantener la atención en la
gran pantalla sin echar mano de su smartphone. Como si todos fuésemos
retrasados y ellos nos mirasen desde el púlpito diciendo:
“Pobrecitos míos que no aguantáis tanta mierda junta”
Pero
es que además, Marvel actúa como un pozo succionador del talento
joven, como una especie de agujero negro con criterio selectivo que
solo se traga aquello que podría haber llegado a convertirse en algo
bueno. Y uno no puede evitar ciscarse en la parienta del solemne
gilipollas profundo que ha puesto en semejante basura infecta a
trabajar a personas como Josh Trank, un prometedor director joven que
sorprendió con su “Chronicle”. Pero también a Milles Tellers,
que parecía que conseguía salir de esas arenas movedizas llamadas
“Saga Insurgente” y que había protagonizado la mejor película
del último año “Whiplash”. Con Kate Mara más de lo mismo, si
se te había hecho la boca agua con la incisiva y espontanea
actuación de Mara en “House Of Cards”, preparate para contemplar
el mayor desperdicio de su talento.
Así
que preparate para contemplar la mayor sarta de incongruencias y
chorradas que jamás hayas visto. A un niño de 8 años hablar sobre
física cuántica inventada y poniendo en evidencia a unos profesores
que en vez de sorprenderse por la inteligencia del chaval lo tachan
de loco. Que digo yo que si un chaval te viene hablando de física
avanzada lo mínimo es preguntarle donde ha aprendido todo eso.
Dejemoslo en que los primeros 10 minutos dan vergüenza ajena, pero
vergüenza de verdad. Y luego tenemos el resultado del tijeretazo con
inquina, unos personajes de los que lo único que sabes es que están
construyendo una puerta inter-dimensional tope tocha. Un amiguete del
prota que aparece solo cuando tiene que convertirse en “La Cosa”.
Un malo malísimo apellidado “Von Muerte”, que no podían dejarlo
en inglés, donde “Von Doom” tienen un pase, no, mejor llamarlo
“Von Muerte” para que al espectador le quede claro que es
maaaaaaaalo, muerte mala.
Pero
es que la canela en rama de la película se avecina con la pelea
final. Ojo que la escena es puro veneno corrosivo. Para empezar
aparece el Tito Von Muerte, ¿Lo recuerdan? Si, muerte mala, recuerde
espectador despistado. Y los poderes del Tito Von Muerte se
caracterizan básicamente porque puede hacer lo que le sale de las
santas y esféricas gónadas. Lo mismo le da volar, que petar las
cabezas a la gente, que utilizar la telequinesia para romper paredes.
El tío es imparable y además lleva un traje que parece un acróbata
del Circo de Sol, excepto cuando lleva la capucha claro, aunque nadie
sabe donde consiguió la tela en un planeta yermo, calla niño que
haces muchas preguntas. Y el pavo en cuestión aparece, y claro le ha
jodido que le dejasen solito en el planeta yermo, aunque el pavo
sufrió un accidente y nadie tuvo la culpa de ello. Y el tío decide
que se va a cargar la tierra porque si, porque es el Tito Muerte y
resultaría raro que no se empalmara pensando en la aniquilación de
la raza humana. Así que se pone manos a la obra con muchos rayos de
energía y luces tope guapas. Menos mal que esta Mister Fantástico
para explicarnos que cojones se propone el malo y te suelta un tocho
explicativo que tienes que creerte ante la inexistencia de una teoría
mejor, porque si no estás más perdido que un pulpo en un garaje. Y
van y 15 minutos después de hacer su aparición el Tito Muerte esta
muerto. Olé sus cojones.
El
mundo empieza a cansarse de los súper-héroes, no solo por su
repetición, sino porque la calidad de las cintas, que si bien nunca
fue muy elevada, está últimamente por los suelos. Uno llega al
punto en que duda entre si la película sin tijeretazo sería buena o
si lo único que hubiese conseguido es prolongar su sufrimiento. Lo
que está claro es esto: los súper-héroes ya no convencen a nadie,
las malas críticas por parte de prensa y público se acumulan y
Marvel no pilla las indirectas, o quizás no quiere pillarlas, o
quizás ya es demasiado tarde para pillarlas. Lo más curioso de
todo, es que en este mundillo de directores incomprendidos y
cabreados, de jóvenes estrellas echando a perder su talento y de
regueros de dólares entrando día y noche en los bolsillos de los
ricachones, el verdadero villano, el verdadero Doctor Muerte
empeñado en acabar con todo aquello por lo que luchan los verdaderos
héroes, es la propia Marvel.
Nota:
2/10
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